Eran días duros para muchos, se vivía un momento insólito en las vidas de cada persona. Algunos tenían que salir a trabajar y darlo todo aún poniendo en peligro la su integridad y la de sus familias, otros se quedaban en casa y ponían su granito de arena, el pueblo se había unido a una sola voz para combatir al malvado que venía. No tenían espadas, no tenían pistolas, era un malvado sigiloso que no llamaba a la puerta, sino que se colaba por las rendijas, que entraba sin avisar en tu vida y sin darte cuenta, te la arrebataba. Pero esto no nos hacía perder la fe, luchaban nuestros mejores héroes, nuestros mejores soldados de batalla, aun sabiendo que no contaban con su armadura ellos salían a la calle a combatir, a derrotar al malo. Pero no solo ellos combatían, otros muchos ayudaban, había algunos que cada mañana se levantaban y se jugaban la vida para que pudiéramos comer los que estábamos en casa poniendo nuestro granito de arena a nuestra manera, de la manera que nos hab...