Inspiraba intentando tomar todo el aire que fuera posible, llenando sus pulmones, queriendo atrapar todo el olor a mar que le fuera posible. Aquella era su segunda casa, no podía imaginar una vida sin el mar. Allí era feliz, el mar y su color azul le recordaban al cielo y la libertad. El mar era su vía de escape, el mar era su libertad. Sólo quería un instante más junto él, su verdadero amor, el que nunca la dejaría ni le haría daño, él siempre estaría ahí para escucharla, para verla llorar, para verla reír, nunca se marcharía dejándola sola, él siempre le daría su color y su brisa la abrazaría cuando lo necesitara.
Por eso ella se enamoró del mar.
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